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La vuelta al trabajo y las post vacaciones

Existen muchos periodos difíciles desde el punto de vista psicológico a lo largo de la vida. Pero quitando los más graves podemos decir que uno que nos trae a todos de cabeza es el incorporarse al puesto de trabajo después de las vacaciones.

¡Y no es para menos! Tras un periodo de desconexión, donde hemos gestionado el tiempo de otra manera, hemos tenido otras prioridades y nuestro ritmo se ha visto alterado con respecto al más continuo y exigente del calendario laboral. Regresar al trabajo es inevitable y hacerlo en la mejor condición posible es garantía de que no nos pasará factura después en forma de depresión postvacacional, irritabilidad y esa melancolía aparejada a las tardes de verano sin nada más que hacer que disfrutar de nuestro tiempo tan duramente ganado.

La depresión no es para tomársela a broma y por eso queremos darte al menos un par de consejos para enfocar mejor la vuelta al trabajo con una actitud más positiva que te permitirá que no se te venga encima como un tsunami emocional.

Lo primero, darte tiempo. Es decir, vete preparando, no apures hasta el último día, el último minuto. Varios días antes de que se acaben las vacaciones ve probando a levantarte un poco antes para que no te pille el madrugar para ir al trabajo con el pie cambiado y no sea tan duro. Puedes hacer algunas labores que te ayuden a retomar la productividad como organizar tu casa y tu despacho si lo tienes, planificar tu próxima agenda, pero sin agobiarte, empieza con pocas cosas y aumenta progresivamente. Acostúmbrate de nuevo a los hábitos de productividad como el priorizar tareas y verás que al incorporarte lo tendrás ya por la mano y no estarás tanto tiempo mirando la ventana preso de la melancolía.

Segundo y no menos importante: prepara un cambio alimenticio. Necesitas cuidar tanto tu mente como tu cuerpo y el verano es época de relajarnos un poco más, así que es de lo más deseable ser consciente de si nos hemos pasado un poco con la dieta. No te impongas una dieta draconiana, lo último que le hace falta a tu humor de retorno al trabajo y es tener una triste hoja de lechuga y un puñado de arroz en el plato que te hagan sentir miserable. Pueden tener un efecto contrario. Aliméntate bien, no te excedas y mejor con alimentos poco procesados en lo posible. La fruta, verdura y legumbres serán tus aliadas para no tomar comidas pesadas que te hagan difícil la digestión y aumenten la sensación de pesadez. No querrás estar amodorrado y sintiendo el martillo de la vuelta al trabajo mientras tecleas una y otra vez mal la misma palabra porque no te puedes concentrar.

Tercero: Disfruta los momentos. Siempre hay momentos de “descanso del guerrero”. El desayuno en el trabajo, el café con los compis, la vuelta a casa y que te cuenten qué tal el día, salir a la compra y también la recompensa de dedicar, si puedes un rato a alguna afición, a la lectura, un momento para ti. Esto te reportará tranquilidad y es bueno para tu salud mental, el “mimarte” un poco.

Cuarto, y último por hoy: busca un proyecto emocionante. Algo personal que realmente quieras hacer, que te emociones y te guste y centra tus energías en él en los momentos que te puedas permitir. Tener ilusión por un proyecto propio hace que contemples el paso del tiempo de otra manera, te ayuda a centrarte y a sentir que hay un proyecto interesante que te aguarda. Te puede permitir dividir el tiempo en “trozos más manejables” para aumentar más tu energía en cada tramo, además de centrarte en objetivos que puedas ir cumpliendo.

Todo esto en realidad son consejos que puedes aplicar siempre teniendo en cuenta tus circunstancias pero que te pueden ayudar a llevar adelante una vuelta al trabajo con otro ánimo.

Cuéntanos qué tal te va y recuerda, en Psicología Activa ¡estamos para ayudarte!

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La depresión

La depresión es una de esas enfermedades de las que el propio enfermo es tremendamente consciente. En esos estados depresivos influyen muchos parámetros de la propia vida, el historial y las tendencias propias de los temperamentos depresivos (tendencia a la tristeza) y ciclotímicos (alternan entre tristeza y alegría).

Puedes saber que hay indicios de depresión, y no solo de un estado de ánimo triste, cuando:

  • El estado de ánimo tiene una larga duración
  • Tiene una alta intensidad
  • Se presentan otros estados clínicos: trastornos del sueño, pérdida de apetito, incapacidad para toma de decisiones, pérdida de interés por el cuidado personal, baja autoestima, autorreproches, descenso de la memoria, atención y concentración…
  • Y sobre todo el impacto sobre el normal funcionamiento de la persona en su vida cotidiana.

Síntomas que si se aglutinan forma un cuadro de depresión que aun así tendrá que diagnosticar el profesional, pero que sabiendo lo que es, se sabe que existen tratamientos para afrontarla.

Cuando se está ante un cuadro depresivo muchas veces la persona es incapaz de expresar por qué se siente así, pero en ocasiones las situaciones lo superan, tiene accesos de llanto y desarrollan anhedonia (incapacidad para experimentar emociones normales.

Curiosamente también existen estados depresivos paradójicos que puede darse no por tristeza sino que devienen de una serie de circunstancias positivas que llevan a cierto estado que desemboca en dicho estado depresivo paradójico.

La depresión es un estado que además afecta también al entorno, pudiendo preocupar y despertar otras reacciones en familia, amigos y grupos de trabajo, además de todas las consecuencias personales para el individuo.

Enfrentar la depresión no es fácil, ni abarca un solo tratamiento, y tampoco “vas a ir al psicólogo para sentirte mejor”, sino para aprender, para ver y examinar qué es lo que te ocurre y poder trabajar sobre ello enfrentando el trastorno depresivo con las mejores herramientas que un centro psicológico como el centro Psicología Activa puede ofrecerte para mejorar. Mejorar no solo en cuanto a un cuadro depresivo sino en tu propia calidad de vida puesto que a fin de cuentas un trastorno tan serio no es algo que se “cure” de hoy a mañana sino que es un trabajo para enfrentar esas tendencias y poder sonreír sin que sea un esfuerzo.

 

Bienvenido Otoño

Hoy día 22 de septiembre ha comenzado el otoño y, con él, el fin definitivo del verano y la vuelta a la rutina (tanto para los/as adultos/as, como para los/as más pequeños/as de la casa). Con este cambio de estación también llegan las múltiples publicaciones en diferentes medios y plataformas que se empeñan en hablarnos sobre el mal nombrado «síndrome post vacacional» y digo mal nombrado porque no corresponde con ninguna categoría diagnóstica con la que trabajemos los profesionales de la salud mental. Más bien parece ser otro ejemplo más de marketing y otro intento de medicalizar los cambios de humor esperables después de un periodo de descanso amplio y la obligada vuelta a la vida normal.

Antes de escribir sobre esto, he buscado artículos científicos que hablen sobre la existencia de este «síndrome» y no solo no he encontrado, sino que he podido comprobar que otros profesionales de la salud en general y de la salud mental en particular, han tratado de aclararse al respecto.

Algunos estudios y artículos de divulgación explican que en el caso de que la persona, al volver de las vacaciones presente un cuadro compatible con un episodio de depresión y/o ansiedad, puede que esta persona se encuentre viviendo otro tipo de circunstancias asociadas al ambiente laboral (o la escuela en caso de menores) que ya, antes de irse de vacaciones estuvieran presentes, como puede ser un caso de acoso o mobbing (bullyng en el caso de los/as peques). También explican que, en algunos casos, estas personas podían padecer un trastorno previo que ha sido «maquillado» por el periodo vacacional, saliendo a flote cuando vuelve a la rutina.

Por supuesto he encontrado muchos artículos y entradas de blog dedicadas a disminuir o eliminar los efectos de este «síndrome».

Bajo nuestro punto de vista, esto es otro ejemplo más de la medicalización a la que estamos expuestos/as como sociedad. La obsesión por «estar bien», «contentos/as» nos impide vivir el resto de emociones y de procesos vitales. El ser humano siempre ha necesitado de un tiempo para adaptarse a los cambios, pero esa adaptación no podemos convertirla en un «síndrome» simplemente porque no estamos tan felices como cuando estábamos tirados en la hamaca de la playa. Pensemos en todos los cambios que hemos tenido que afrontar durante nuestra vida, algunos nos habrán producido emoción (como el primer día en un trabajo deseado) o bien cierta ansiedad (como el primer día en un instituto nuevo) y no por eso le colgamos la etiqueta de síndrome. Aunque no parezca demasiado importante, el lenguaje nos afecta a la interpretación que las personas hacemos, si comenzamos a llamarlo síndrome y cada vuelta de vacaciones lo vivimos de una manera más disfuncional acabaremos por necesitar un ayuda farmacológica para afrontarlo.

Por esto, cuando vuelvas de tus vacaciones y te sientas algo decaído/a, cansado/a, deprimido/a o quizás con cierta ansiedad, recuerda que es un proceso normal de adaptación a la vuelta a la rutina. Date un tiempo, retoma tus actividades diarias placenteras y que te aportaban orden y equilibrio, y si ese estado de ánimo persiste, entonces si, consulta con una persona profesional de la salud mental.

Bienvenido Otoño!

Compartimos esta imagen de MR. Wonderfull, que nos ha encantado.