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psicóloga en Málaga

La primera vez que vas al psicólogo

Ya está. Al final te has atrevido. Has cogido tus bártulos interiores, tu valor y has llamado tímidamente para concertar una cita en el psicólogo.

La primera impresión no puede ser más distinta de lo que te habías imaginado. Lejos de lo que nos venden muchas veces en la televisión, en películas y series, no vas a un despacho recargado, de maderas y divanes. Ni a un lugar frío y sin alma, minimalista, donde hacerte los dedos un nudo, de puros nervios. Has llegado a una consulta de psicología en Málaga, en este caso, donde tras esperar unos minutos, ves cómo una persona sale de la consulta sin aspavientos, sin lagrimones ni pañuelos de papel.

Y cuando entras… bueno, ves una consulta. Un par de sillas, una mesa, un sillón algo más grande… Y de dicen que te pongas cómodo, porque de eso va la cosa, de poco a poco, ponerte más cómodo, pero no en la consulta, sino contigo mismo.

En esta consulta de Psicología Activa Málaga trabajan, —te explican—, la terapia integradora, que es una forma de personalizar la terapia mediante varias técnicas y corrientes. No te ofrecen ni imponen una terapia en particular sino que se basa en escuchar previamente lo que tienes que decir y poco a poco ir evolucionando.

Tampoco te ocultan la verdad, esto no es un trabajo de “cinco sesiones y para casa”, no. Es una carrera de fondo, porque estar bien depende del trabajo, del esfuerzo, de sanar, de escuchar y progresar, no de fórmulas únicas y curalotodo. No son vendedores de aceite de serpiente, son personas con una serie de conocimientos que han decidido ayudar, ayudar a personas como tú que tiene necesidad de que les echen una mano y ofrezcan lo que saben hacer para seguir adelante, mejorando tanto en calidad de vida como en forma de relacionarte y de curarte o superar cosas que siempre han estado ahí o ha aparecido desde hace un tiempo.

Porque eso es la terapia, eso es ir al psicólogo, es ser consciente de quiénes somos, de que todos tenemos fallos. No se trata de contarle tus problemas a una persona seria e inaccesible sino a otra persona y darte la oportunidad de mejorar.

Puede que la primera vez que llegues estés hecho un mar de nervios, pero es normal. Y lo saben. Y no te atosigarán: dejarán que te expreses, recabarán las información que necesiten para aplicarla en tu caso, dado que no hay dos personas iguales y un psicólogo no aplica el mismo molde a todo el mundo: todos tenemos nuestros fantasmas y nuestros pesos que acarreamos de un lado a otro hasta que juntamos el valor de hacer eso, de admitir que quizás no podemos llevarlo siempre nosotros solos y una mano amiga, una mano profesional, puede ser ese factor de ayuda para salir otra vez a la calle, respirar, dejar los nervios a un lado y considerar más y mejores cosas para nosotros.

Y poco a poco, seguir adelante.

Ese es el valor de acudir al psicólogo: ser capaz de empezar algo nuevo con lo que ya hay y dejar atrás lo que nos lastra. Y el primer paso, es pedir esa ayuda.

Bienvenido Otoño

Hoy día 22 de septiembre ha comenzado el otoño y, con él, el fin definitivo del verano y la vuelta a la rutina (tanto para los/as adultos/as, como para los/as más pequeños/as de la casa). Con este cambio de estación también llegan las múltiples publicaciones en diferentes medios y plataformas que se empeñan en hablarnos sobre el mal nombrado «síndrome post vacacional» y digo mal nombrado porque no corresponde con ninguna categoría diagnóstica con la que trabajemos los profesionales de la salud mental. Más bien parece ser otro ejemplo más de marketing y otro intento de medicalizar los cambios de humor esperables después de un periodo de descanso amplio y la obligada vuelta a la vida normal.

Antes de escribir sobre esto, he buscado artículos científicos que hablen sobre la existencia de este «síndrome» y no solo no he encontrado, sino que he podido comprobar que otros profesionales de la salud en general y de la salud mental en particular, han tratado de aclararse al respecto.

Algunos estudios y artículos de divulgación explican que en el caso de que la persona, al volver de las vacaciones presente un cuadro compatible con un episodio de depresión y/o ansiedad, puede que esta persona se encuentre viviendo otro tipo de circunstancias asociadas al ambiente laboral (o la escuela en caso de menores) que ya, antes de irse de vacaciones estuvieran presentes, como puede ser un caso de acoso o mobbing (bullyng en el caso de los/as peques). También explican que, en algunos casos, estas personas podían padecer un trastorno previo que ha sido «maquillado» por el periodo vacacional, saliendo a flote cuando vuelve a la rutina.

Por supuesto he encontrado muchos artículos y entradas de blog dedicadas a disminuir o eliminar los efectos de este «síndrome».

Bajo nuestro punto de vista, esto es otro ejemplo más de la medicalización a la que estamos expuestos/as como sociedad. La obsesión por «estar bien», «contentos/as» nos impide vivir el resto de emociones y de procesos vitales. El ser humano siempre ha necesitado de un tiempo para adaptarse a los cambios, pero esa adaptación no podemos convertirla en un «síndrome» simplemente porque no estamos tan felices como cuando estábamos tirados en la hamaca de la playa. Pensemos en todos los cambios que hemos tenido que afrontar durante nuestra vida, algunos nos habrán producido emoción (como el primer día en un trabajo deseado) o bien cierta ansiedad (como el primer día en un instituto nuevo) y no por eso le colgamos la etiqueta de síndrome. Aunque no parezca demasiado importante, el lenguaje nos afecta a la interpretación que las personas hacemos, si comenzamos a llamarlo síndrome y cada vuelta de vacaciones lo vivimos de una manera más disfuncional acabaremos por necesitar un ayuda farmacológica para afrontarlo.

Por esto, cuando vuelvas de tus vacaciones y te sientas algo decaído/a, cansado/a, deprimido/a o quizás con cierta ansiedad, recuerda que es un proceso normal de adaptación a la vuelta a la rutina. Date un tiempo, retoma tus actividades diarias placenteras y que te aportaban orden y equilibrio, y si ese estado de ánimo persiste, entonces si, consulta con una persona profesional de la salud mental.

Bienvenido Otoño!

Compartimos esta imagen de MR. Wonderfull, que nos ha encantado.

Felices Fiestas

Hoy en plena víspera de Navidad me decido a retomar el Blog de la página, con la intención de hablar sobre la deseada y temida Navidad. Y es que este es un tema que me interesa.

Resulta que tradicionalmente la Navidad es un época de Paz y amor, donde las familias quedan para celebrar las fechas más señaladas del año. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones más que Paz y Amor, acaban por provocar Ansiedades, Frutraciones varias y situaciones de lo más variopintas.

Me gusta hablar con las personas y preguntarles qué les espera en estas fiestas, qué planes tienen, si volverán a sus lugares de origen para celebrar estos días, etc. Encuentro multitud de respuestas, claro está. No hay una sola forma de celebrar la Navidad, pero lo que si me encuentro es que conforme más adultas son las personas, más frustración y malestar les suele provocar la Navidad (a excepción de aquellos/as padres y madres primerizos/as que hablan con la ilusión de su niño/a interior imaginando la misma ilusión en sus pequeños/as). El malestar puede venir porque hay seres queridos que faltan porque ya no están entre el mundo de los vivos, por los que no están por peleas y conflictos, así como los que no están porque comienzan a tener sus propias vidas (como son los/as hijos/as que van creciendo y pasan parte de las fiestas con las familias de sus parejas).

En estas situaciones, las personas tendemos a fijarnos en lo que «No Tenemos» o en «lo que Nos Falta», para ser felices, y noes cuesta mucho más fijarnos en lo que «Si Tenemos» que nos acompaña en estos días especiales. Esto hace que nos dificulte disfrutar del momento, del presente, de las personas que tenemos delante en el aquí y ahora, estando más entretenidas en pensar en las que no están por las razones que sean.

Creo que lo más adecuado, en estas fechas, como en otra cualquiera, es disfrutar de lo que sí nos acompaña, de la parte positiva que tenemos todos los días. No es fácil, porque por costumbre, tendemos a fijarnos en lo negativo, pero sí se puede conseguir poniendo especial atención.

Para resumir, desde mi pequeño espacio en internet, deseo a todas las personas una Navidad llena de conciencia de buenos momentos, de disfrutar del presente y saborear los detalles positivos que nos brindan las personas que nos acompañan. Deseo también que se olviden de lo que son «Unas Navidades normales» o de lo que debería de ser, simplemente, disfruten de su modo de celebrarlo, de su manera.

Felices Fiestas.

psicologia para adultos

¿Cuándo debo ir al Psicólogo/a?

Hay ocasiones en que las personas no aciertan a decidir cuándo es recomendable acudir a terapia psicológica y cuando no. Para decidir si buscas atención psicológica o no, debes valorar las siguientes cuestiones:

  1. Dejar de pensar que ir a terapia psicológica es sólo para las personas que están «locas».
  2. Diferenciar si ese momento malo en el que te encuentras es sólo un mal momento, o si es algo más recurrente y frecuente. Si se convierte en la regla general de tu vida el sentir malestar, entonces es recomendable que busques ayuda.
  3. Si te sientes tan triste que no puedes llevar tu vida normal, entonces es recomendable acudir a consulta.
  4. En el caso de que estés obsesionado/a por controlarlo todo, hasta el punto de tener conductas repetitivas que no te dejan seguir con tu vida, entonces también es buen momento para acudir a terapia.
  5. Si has sufrido un trauma en tu infancia, que vuelve a tu memoria, sería bueno que hablaras de ello.
  6. Si has sufrido por la muerte de un ser querido o una ruptura de pareja traumática, hablar de ello con una persona profesional, también será positivo para ti.

Hay muchos motivos para acudir a terapia, pero lo importante es que te sientas preparado/a para crecer y mejorar, a veces el miedo a «quitarnos nuestras defensas» no nos deja avanzar. Nosotros te podemos ayudar.