ansiedad patológica

Ansiedad normal y ansiedad patológica. Diferencias.

La ansiedad es un fenómeno psicológico que conlleva una serie de síntomas físicos y que puede producir una fuerte sensación de amenaza en el individuo que la padece.
Es en este punto donde debemos aprender a diferenciar entre ansiedad normal y la ansiedad  patológica.

La ansiedad al producir esos síntomas físicos, en realidad, desencadena una respuesta de lucha o huida. Es una forma en la que el cuerpo y la mente reaccionan para afrontar una situación que se supone de amenaza para nosotros de alguna manera. Así, notamos cómo se dispara la adrenalina, se tensan los músculos, la frecuencia cardíaca aumenta y la respiración se acelera. Hasta aquí, normal, es un suministro extra de energía, una puesta a punto inmediata para actuar de forma inconsciente, para prepararnos y hacer frente al peligro. ¿Quién no lo ha sentido alguna vez?

Pero estos estímulos que tan bien nos preparan para la amenaza se pueden convertir en algo perjudicial cuando lo que dispara la respuesta de lucha o huida es algo que en realidad no lo merece, estímulos que en realidad son insignificantes, cuando no son verdaderas amenazas que nos supongan un verdadero perjuicio sino que nos encontramos ante recuerdos, malas experiencias, pensamientos recurrentes, discusiones de pareja o en entornos sociales, laborales o familiares que nos angustian en extremo, la situación económica propia y a veces, incluso, la ajena, de personas que nos importan. Todos esos factores que producen una respuesta de ansiedad que además multiplican la angustia son los que engloban la ansiedad patológica.

Como resumen clarificador:

La ansiedad normal es aquella que produce una respuesta en forma de episodios aislados, es una reacción esperable y común a la de otras personas en la misma situación; además es limitada en el tiempo por lo que es un sufrimiento limitado y transitorio que nos deja margen para recuperarnos, y su influencia en lo cotidiano es un efecto ausente y ligero, es decir, no tememos que en cada momento nos pueda dar un ataque de ansiedad que nos imposibilite.

En cambio la ansiedad patológica es aquella que es recurrente y de alta intensidad, llegando a tener una duración prolongada que nos produce una angustia continua (no olvidemos que toda esa acumulación fisiológica para luchar o huir hace que la respiración se acelere y puede producir mareos, puede haber taquicardias, sensación de calor, al aumentar el riego sanguíneo y las pulsaciones…).

Sumando también que es una reacción desproporcionada con respecto al estímulo que lo produce y su impacto es alto, duradero y profundo en la vida de quien la padece.

Diferenciarlas es esencial para el psicólogo que ayuda a su paciente en estos trances y con estos problemas para poder lidiar con dicha ansiedad y poco a poco poder hacer vida normal. No es algo de hoy a mañana: es algo que hay que trabajar y luchar, que hay que asumir.